He encontrado esto en el ordenador. Es viejo, debí de escribirlo en 2009 y no recordaba haberlo hecho. A veces me caigo bien a mí mismo:
No tengo nada en contra de los coches. Un amigo mío tiene uno y no corre, ni nada. Y entiendo que tienen derecho a circular con dignidad, por vías asfaltadas que tengan carriles de tres metros y pico de ancho, y arcenes de más de un metro a los lados, e incluso espacio para adelantar si es eso lo que quieren.
No tengo nada en contra de los coches. Un amigo mío tiene uno y no corre, ni nada. Y entiendo que tienen derecho a circular con dignidad, por vías asfaltadas que tengan carriles de tres metros y pico de ancho, y arcenes de más de un metro a los lados, e incluso espacio para adelantar si es eso lo que quieren.
Yo
lo único que digo, y eso es algo que no me va a negar nunca nadie,
es que la palabra “carretera” viene de “carreta”, y un coche
no es una carreta. Será un matiz, pero para mí es culturalmente importante. No me
opongo a que construyamos carreteras para ellos, por supuesto, no voy
a ser yo quien les coarte sus derechos. Hagámosles carreteras que
circulen paralelas a las nuestras, que vayan y vuelvan a los mismos
sitios, pero distintas, y que les llamen de otra manera. “Camino
pavimentado”, por ejemplo. O “senda asfaltada”, eso ya que lo
decidan ellos, con libertad.
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