sábado, 24 de marzo de 2012

El armario de mi habitación (... y II)

Fui vaciando los cajones del armario sobre una sábana vieja en el suelo: al cabo de un tiempo se acumulaban en ella varios cromos sueltos de la liga del 76, una colección de postales de mi tía C., el soporte roto de un crucifijo, algunos mecheros de propaganda y una gran cantidad de esa suciedad indefinida que se acumula en las casas viejas, que no es ni polvo ni serrín sino una mezcla de todo, es tiempo sedimentado, misterio y suciedad.
También las trenzas de pelo de mis tías, que estuve a punto de tirar pero acabó llevándose mi madrina para hacerse unas extensiones, cuando vino a por su vestido de novia. Y también, finalmente, un triángulo de cartón del tamaño de una cuartilla.
Tiene escritas con lápiz a lo largo de dos de sus lados las letras del alfabeto, y en el tercero los números del uno al diez; en el centro, las palabras "Sí" y "No" y en los vértices, "Cuerpo", "Mente" y "Espíritu".
Creo que es la ouija de mi bisabuelo.

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