domingo, 18 de marzo de 2012

La Dama de Shanghai en Astorga

"Once, off the hump of Brazil I saw the ocean so darkened with blood it was black, and the sun fainting away over the lip of the sky. We'd put in at Fortaleza, and a few of us had lines out for a bit of idle fishing. It was me who had the first strike. A shark it was. Then there was another, and another shark again, 'til all about the sea was made of sharks and more sharks still, and no water at all. My shark had torn himself from the hook, and the scent, or maybe the stain it was, and him bleeding his life away drove the rest of them mad. Then the beasts turn to eating each other. In their frenzy, they ate at themselves. You could feel the lust of murder like a wind stinging your eyes, and you could smell the death, reeking up out of the sea. I never saw anything worse... until this little picnic tonight. And you know, there wasn't one of them sharks in the whole crazy pack that survived."
Arthur Bannister suda, tirado en una hamaca. También lo hace su abogado, George Grisby, que está sentado junto a las botellas de bebida y las cubiteras con hielo, preparando cócteles. Bannister está ya borracho y juega a ser un borracho brutalmente honesto: "A George le encanta tener a Michael cerca, querida", le dice a su esposa Elsa (Rita Hayworth), tumbada en un butacón a su lado. "Es tan grande y tan fuerte... pero está preocupado de que pueda estar enamorándose de ti, y de que eso me haga infeliz".
"Eres un estúpido, George, deberías darte cuenta de que no me importa que Michael se enamore de mi esposa. Él es joven, ella es joven; él es fuerte, ella hermosa..."
Está muerto de celos y hurgando gratuitamente en la herida, está revolcándose sudoroso en su barro y disfrutando mezquinamente de la situación. Bannister es poderoso y puede hacerles sufrir sin que se atrevan a llevarle la contraria: George está histriónicamente molesto, pero continúa mezclando cócteles; Elsa lo ignora fríamente desde su butacón.
El silencio es pastoso y oscuro como la sangre de los tiburones, pero no es suficiente para Bannister. Quiere pelea, puñetazos, quiere abochornar a los criados y regodearse en lo bajo que ha caído; manda llamar a Michael O'Hara (Orson Welles), el amante de su mujer. Trata de provocarlo para que lo ataque, pero O'Hara lo desprecia y dice, dirigéndose a los tres a la vez: "¿Así es como se divierten, todo el día sentados, insultándose los unos a los otros?".
Y hasta aquí parecería que se ha equivocado, pero después les cuenta la historia de los tiburones que se devoran entre ellos simplemente porque está en su naturaleza y no tienen la capacidad de parar; de la misma forma, Bannister no puede escapar a sus celos y a su crueldad y los otros no pueden huir de él. Todos están atrapados y sudan y beben incapaces de respirar.
Recuerdo esa escena de "La dama de Shanghai" mientras veo en "El Desencanto" a los hermanos Panero jugando a ser gratuitamente crueles y brutalmente honestos.
Como Bannister, los Panero son víctimas y verdugos, y se lanzan dentelladas cómplices para asustar a los espectadores mientras su madre los contempla desde un butacón, qué otra cosa podría hacer, atrapada como Elsa, aparentando frialdad mientras los mordiscos la desangran.

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