domingo, 19 de mayo de 2019

Patagonia. Día 4.

Familia de mexicanos ricos y bien avenidos en el desayuno. Se decían que se querían mucho al despedirse para ir a la habitación a lavarse los dientes.
Kayak en el Perito Moreno.
Guía ecologista y muy contrario a las centrales hidroeléctricas. His name is Andrés. Habla inglés mal, pero lleva cuatro meses en la empresa y es el que da todas las explicaciones.
También se atreve a explicar en inglés el peronismo.
Adri está contenta porque los otros de la excursión son “igual de cardos que nosotros”. Yo los miro como un perrillo que acaba de descubrir que no quieres jugar con él y se siente traicionado.
Arco iris doble al ir, se veía la luz a través de la lluvia y era muy bonito.
Vimos cómo caían muchos trozos de hielo. Tenemos fotos del frente en las que se aprecia el cambio.
Iba muy tenso en el kayak, y echándole la culpa a Adriana de todo. En otro orden de cosas, íbamos haciendo círculos.
El traje seco es más cómodo que el neopreno de 12 mm.
Atravesamos un iceberg por el medio.
Por la noche bajamos desde el hotel a Calafate. Yo cojeo de la rodilla y Adri del pie, y tenemos mucho frío. Aún así, cuando nos para una taxista, la espantamos como a una paloma encima del tendal.
Cenamos crepes en un sitio que se llama “Viva la Pepa”, en el que explican la historia de la expresión con bastante precisión, y como si fuese algo exótico.
Después de la cena, tenemos que hacer tiempo durante una hora para esperar al taxi del hotel.
Pasamos la hora caminando por Calafate, de nuevo al frío. Adri me pide que le explique historia argentina. Improviso bastante. Me acuerdo de López Rega, pero no de Alfonsín.

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