sábado, 16 de febrero de 2008

"El señor Ibrahim y las flores del Corán"


¿La conocéis? Es una pelicula pequeñita, francesa, del año pasado. Narra la amistad de un chaval judío y más o menos huérfano con un viejo tendero árabe, el señor Ibrahim del título.
Bien, digo que es sencilla y cercana, y lo digo teniendo en cuenta que eso, para mí es tanto bueno (pues provoca sencillas y cercanas sonrisas de complicidad con mucha facilidad, sobre todo cuendo se centra en el pequeño intramundo del barrio), como malo, porque al fin y al cabo no cuenta ninguna gran historia, ninguna gran hazaña, y además, en mi caso, la película falla en su intención de que me crea el último viaje a Turquía como un viaje iniciático, como un trásito hacia la madurez, o algo así... Como es el final, la pelicula se me queda con este regusto, se me queda truncada, perdida en un territorio intermedio.
Está basada en un libro, que creo que se llama igual, y que imagino largo, denso y maravilloso, y creo es una adaptación buena pero incompleta, supongo que había que ajustar al tiempo de la película: chirrian algunas conversaciones, faltan algunas explicaciones.
Podría seguir sacándole defectos, soy bueno es esto, puedo ser muy puntilloso cuando quiero. Pero la verdad es que os la recomiendo, que me gustaría que la viese todo el mundo, así que ahora, si me permitís el truco, voy a hablaros bien de ella para que os quedéis... con un buen regusto
Puedo deciros que me encantaría conocer al señor Ibrahim, y dejarle hablar y explicarme su Corán. Y a las prostitutas. Y me encantaría conducir el coche que conducen, vivir en el barrio que viven, oír la música que oyen, hacer el viaje que hacen (no es un viaje hacia la madurez, pero ¿eso que me importa?). En definitiva, que les tengo envidia a los protagonistas, porque los veo mucho más sabios, más felices e incluso mejores personas que yo
Me quedo, de toda la película, con un juego:
Momo lleva los ojos vendados y el señor Ibrahim lo va guiando por Estambul, entrando en diferentes templos:
- Huele... ¡a incienso!
- Muy bien, Momo, tienes razón: es un templo ortodoxo
¿Y ahora? Dime a que te huele ahora
- A cera
- Sí, claro que huele a cera: estamos en una iglesia católica
Y dime, Momo, ahora, ¿que notas?
-¡Qué asco, huele a pies!

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